“SEGUÍ… CREANDO”
Es importante saber
que el arte tiene su base en la vida de quien lo crea.
Cada una de las
obras del autor esconden historias, pensamientos, ideales y sensaciones que se plasman
quizás con el fin de manifestarlas ante la sociedad, buscando la reflexión en
el receptor, o bien, inconscientemente. En cualquiera de los casos encontramos
que se expresa algo muy personal del autor: su historia.
Los lugares en
los que estuvimos, las personas que conocimos, nos dejan marcas y nos enseñan
de alguna forma a vivir. Ellos nos hicieron y nosotros también formamos parte
de su historia.
El arte refleja
todo esto, es el espejo de nuestras vivencias y de cómo influyen en nuestra
forma de pensar, actuar e interpretar el mundo.
A partir de esto,
podemos agregar que la infancia es uno de los momentos en los que aprendemos
más. Vivimos nuestras primeras experiencias y podemos disfrutar del apoyo y la
compañía de nuestros seres queridos.
Es la etapa de la
vida en donde expectantes buscamos saber el porqué de lo que nos rodea, y no
tenemos miedo a equivocarnos. Somos libres, únicos e irrepetibles, no nos
avergüenzan nuestros gustos y sueños. Soñamos en grande, imaginamos, vivimos
llenos de inspiración.
La infancia es
reflejada en el arte todo el tiempo, quizás en un intento del artista de volver
a esos años plagados de inocencia e ilusión. Y eso es justamente a lo que nos
referimos cuando hablamos de Antonio Seguí.
Antoni Seguí nace
el 11 de enero de 1934 en Córdoba, donde creció y aprendió todo lo que sabe hoy
de arte gracias a su principal mentor, el pintor Ernesto Forina.
Con ayuda de su
abuela paterna, quien lo apoyó en toda su carrera, emprendió su primer viaje a
Europa donde estudió pintura y realizó su primer obra artística.
Luego, se dedicó
a pintar y exponer sus obras, perfeccionando sus técnicas de grabado y dedicándose
a la ilustración de libros y revistas. Actualmente reside en París.
“Bucólico serrano
y otras texturas urbanas” es la muestra de este artista en donde se
encuentran plasmadas su infancia y sus experiencias, inmortalizadas a partir de
un recuerdo vívido de los mejores años en su provincia natal. Es muy
interesante poder disfrutarlas e interpretarlas.
El día 7 de noviembre los alumnos del colegio
Juan Martín de Pueyrredón realizamos una visita al edificio de Casa Naranja,
donde se llevan a cabo variadas actividades culturales, como exposiciones de
arte argentino.
Esta vez, fue el
turno de Antonio Seguí y “Bucólico
Serrano…”. Fuimos elegidos diez alumnos de cuarto año y siete alumnos de segundo,
acompañados por los profesores Analía Brunori y Rubén Formía.
Antes de partir,
dos alumnos se encargaron de tomar fotografías del grupo. Luego, nos subimos a
la camioneta que nos recogió a las 10:25 hs.
En el viaje de
ida, todos estábamos un poco ansiosos y emocionados. Los alumnos nos contaron sus
sensaciones antes de llegar:
“Sentía curiosidad sobre las obras que íbamos a
conocer”. Juan Roldán.
“Yo me sentía emocionado ya que había averiguado
sobre Antonio seguí y quería ver sus obras”, Matías Hortas.
“Lo primero que sentí al subir al colectivo fueron
nervios e intriga. Tenía grandes expectativas para este proyecto”, Lisbeth Gómez.
Al llegar,
volvimos a tomar fotos del lugar y de quienes participábamos en la actividad.
Después, ingresamos al edificio para por fin satisfacer nuestra curiosidad.
“Cuando estábamos en Cultura Naranja sentía
inquietud sobre qué nos iban a mostrar sobre Antonio Seguí”, nos comentó
Tiziana Buendía.
La visita guiada
comenzó por la introducción a la vida de Antonio Seguí, Guadalupe y Emiliano
nos hablaron de la influencia que tuvo su infancia en sus posteriores trabajos,
sus viajes y proyectos, su peculiar método de ilustración y también de la
intención de tarjeta Naranja para con la sociedad.
Nos explicaron que,
al tratarse de una empresa tan grande que creció gracias a nosotros “los
consumidores”- intentan de alguna forma poder retribuir a la sociedad,
realizando estas muestras de arte que podemos disfrutar gratuitamente.
Cuando bajamos a realizar
el recorrido por sus obras, pudimos observar el gran trabajo realizado en esta
exposición. Nos recibió una gigantografía inspirada en uno de sus cuadros: “Los Mogotes”.
Al ingresar al
pasillo de exposición pudimos observar todas las obras que Seguí había logrado
con la técnica de grabado y multiplicación. Cada una de ellas era única,
independientemente de pertenecer a un grupo de 50 copias, ya que el artista se
encargaba de darles un color y una estética diferente a cada obra,
convirtiéndolas a todas en una obra original. Además, mantenían un tema en común:
sus viajes de la infancia por el interior de Córdoba.
Sus ilustraciones presentaban un estilo similar
al de las viñetas. La forma de dibujo no era realista, sino que verlas era casi
como admirar el dibujo de un niño: desordenado y descomplicado, no respetaba la
perspectiva y la apariencia real de los objetos acumulados, lleno de detalles y
mensajes inspiradores que se dejaban interpretar de muchas formas.
Surgieron en ese
momento muchas hipótesis del significado de los detalles, ya que también tenían
características que marcaban la época y la situación política en la que
transcurrían estas historias.
Analizamos también
las obras monocromáticas que se exhibían en el siguiente pasillo. Estas
reflejaban una sociedad urbana en la que se podía apreciar la seriedad y la
frialdad del trato entre personas ocupadas con responsabilidades y fatigadas
por el estrés de la rutina. Una sociedad machista donde se representaba pocas
veces a las mujeres en la calle y cuando se lo hacía, solo aparecían fragmentos
de su cuerpo. Se notaba, una vez más, la concepción que Seguí tiene sobre la
libertad que no podemos encontrar en la ciudad.
Terminado el
recorrido, nos dirigimos al living, decorado con una línea histórica que cubría
las paredes, relatando hechos destacables de la vida de Antonio Seguí. Ahí mismo,
pudimos ver un video del artista trabajando y creando en su taller. También
había tablets con juegos interactivos que proponían crear nuestros propios
cuadros al estilo de Seguí, con animales, plantas y demás dibujos que debíamos
colocar en el plano, armando un collage.
Luego de un rato,
nos dirigimos a la entrada para recibir unos presentes de la empresa. Nos
despedimos conversando con los expositores sobre el recorrido y agradeciendo su
explicación.
Cuando
terminamos, nos tomamos unas últimas fotos y subimos a la camioneta para volver
a nuestro colegio.
Podemos decir que
fue una grata experiencia, importante para reflexionar e insertarnos en el arte
como expectadores, poder analizarlo, interpretarlo y valorarlo.
Esto es muy
subjetivo, cada uno puede tener su propia versión, que también dependerá de los
ideales que forjamos en base a lo que vivimos y aprendimos.
Entonces, es así
que llegamos a la conclusión de la influencia de nuestras vivencias con
respecto al arte, tanto en la posición de espectadores como en la de creadores.
Porque el arte no
se descifra, se interpreta.
PANTALLAZO ARTÍSTICO
Antonio Seguí es
un gran artista caracterizado por sus obras, su forma humorística de pintar y
retratar la vida en el ámbito rural y urbano.
Los cuadros
urbanos no llevan nombre, a diferencia de los rurales, ya que en la ciudad, en
el ámbito urbano, son todos similares. Todos los cuadros de la ciudad son
monocromáticos, y las figuras se repiten una y otra vez al igual que sus
diálogos. Por lo tanto, el que hablemos de uno u otro, ya sea el amarillo,
verde, rosa o cualquier otro, sería exactamente lo mismo.
Lo que está a la
vista son las frases que se enfocan en los problemas cotidianos que se
presentan en la ciudad, como laborales, de tránsito, distinción entre las
personas que venían desde lo rural a la ciudad (aunque se vistieran todos
iguales, la diferencia se veían cuando mostraban actitudes y formas de hablar,
que no se acostumbraba ver en lo urbano).
Otra cosa más a
destacar es el claro machismo de la época, porque la mujer casi ni aparece, ya
que en esa época la mujer permanecía en su casa haciendo labores para la misma.
En las ocasiones
que aparecía la mujer en los cuadros, se la representaba como un objeto sexual,
enfocándose en sus atributos físicos.
Esta serie de
cuadros se realizó con la técnica de grabado. Antonio Seguí entregaba un dibujo
a un "maestro grabador", el mismo tomaba una plancha de metal, luego
ponía el dibujo de Antonio encima y con un cincel, marcaba los trazos. Una vez
que ya estaba todo el dibujo marcado, ponía una especie de barniz arriba, y lo
sumergía en un ácido.
Lo que el ácido
hace es meterse por lo que ha marcado el maestro grabador, lo que lo hace más
profundo. Cuando retira la plancha de metal, coloca la tinta y pone la hoja por
encima. Con una prensa hace las copias (series) de ese dibujo en blanco y
negro.
El trabajo de
Seguí es pintar uno por uno a mano, para que le sume valor. Si esto no fuese
así, y todo fuera en serie incluida la pintura, pierde un gran valor
sentimental y también económico.
“Visita Cultural”
(por: Lizbeth
Gomez y Alexis Gribbell, 4° Año)
Lo que se observa en el cuadro es un paisaje
con montañas, nubes, un cóndor, palmeras, edificios o casas, perros y personas
vestidas informal y formalmente con saco, corbata y sombrero paseando por ese
paisaje.
Antonio Seguí dibujó este paisaje dejándose
llevar por todo lo que sintió y vivió en las vacaciones de su infancia con su
abuelo y su padre. Y el dibujo fue un recuerdo de esa época: cómo lo vivió y
cómo lo vio él cuando era un niño. Por ejemplo: “¿porqué cinco hombres tienen sombrero?”.
A esta pregunta nuestra guía Guadalupe nos
comentó que Antonio Seguí explicó una
vez que era porque su abuelo y su padre siempre que salían, se ponían sombrero
y se vestían así cada vez que salían de su casa.
Otra cosa que no entendíamos es por qué las
otras personas se vestían informal y creemos que son turistas o gente que se
vestía así nada más porque estaban acostumbrados a vestirse de esa manera. La
verdad es que cuando vimos esta obra nos quedamos con mucha intriga y nos
preguntamos muchas cosas…
Como: porqué el cóndor tiene cara humana,
porqué arriba de dos hombres iguales había números, de dónde salía ese humo,
porqué los edificios/casas eran todos iguales, porqué los animales andaban
solos sin correa y tenían collar (como que le pertenecían a alguien), porqué
había un auto en medio de la gente y porqué se veían las montañas muy de cerca,
etc.
Como teníamos muchas dudas se lo preguntamos
a la guía Guadalupe y ella nos dio detalles y así aprendimos más a observar su
obra. "Antonio Seguí lo que trata de
hacer es que todos los que vean sus obras saquen conclusiones o que creen su
propia historia sobre lo que él vivió y pasó cuando era un niño; que se
divirtieran con las distintas formas que dibujaba. Él no solo quería que
pensaran y sacaran conclusiones, sino que se diviertan y que lo vean con humor”.
“UN PAISAJE EN SU NIÑEZ”
(por: Matias Hortas y Juan Roldan, 4° Año)
Como nos explicó Guadalupe, Antonio Seguí
hacía sus obras reflejando lo que veía en sus vacaciones, cuando era niño. En
esta obra “El puente negro” vemos
exactamente eso: un lugar que habría visitado en su niñez.
Según nuestro punto de vista, en el cuadro
elegido se puede observar figuras conocidas como Juan Domingo Perón y Adolf
Hitler que nos ubica en un tiempo. También la pintura muestra sus principales
características como lo son el humor y la forma rara de dibujar a los
personajes, ya sea con ojos saltones, extremidades grandes, personas desnudas y
con sombreros.
Otros aspectos que rescatamos en este
artista es la forma en que jugaba con las perspectivas: cómo usaba las frases
graciosas y su forma de hacer pensar a toda aquella persona que observe sus
cuadros.
A esta obra la elegimos por lo que expresamos
anteriormente: muestra todas sus características en este maravilloso cuadro, además
quedamos verdaderamente asombrados con esta belleza.
Con respecto a la visita en general estuvo
muy buena y aprendimos muchas cosas nuevas, por ejemplo: las formas de ver el arte y principalmente sobre
la vida de Antonio Seguí.
Agradecemos a “Cultura Naranja” por esta visita y principalmente al profesor
Rubén Formía y a la Profesora Analía Brunori por darnos la oportunidad de ir,
observar, aprender y compartir.
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