EL TREN LLEGÓ A SU ÚLTIMA PARADA
El día 10 de marzo del 2014 entraba a la
secundaria y si les digo que no tenía miedo, miento: estaba ansioso y nervioso
al ver cómo iba cambiando y de pasar a ser el más grande pasé a ser el más
chico. Miedos e inseguridades se hacían más latentes, y cómo olvidar la primera
clase que tuve, encima de matemática con la profesora Talquenca.
Así fueron pasando los años y veía cómo
pasaban las otras promociones y me acuerdo que decía “espero algún día
llegar allí” y acá estoy terminando la secundaria. Eso que tanto deseé y mi
familia que tanto me apoyó y a pesar de
todos los problemas que tuve decidí darlo todo y regalar eso que mi mamá tanto
me dio: devolvérselo terminando la secundaria, terminando con muchos logros
personales y sobre todo grupales que a mi parecer es lo más importante.
El colegio Juan Martín de Pueyrredón… el
lugar que más amé y trabajé; obviamente tendrá sus cosas buenas o malas, pero yo
cuando más lo necesité: donde mi casa era un calvario, el colegio era mi
escapatoria, esa segunda casa a donde los problemas que estaba viviendo se iban por unas horas, a
través de risas con mis compañeros y charlas con los profes.
La relación que establecí con profesores y
directivos a lo largo de estos seis años fue bastante positiva debido a que me
sentí acompañado recibiendo consejos y enseñándome cosas que en otro lado no lo
voy a encontrar. El secundario para a mí fue un abanico de aprendizajes y
cambios que lo viví con mis compañeros. Actualmente, no sé si mi relación con
los directivos y algunos profesores es la mejor pero, bueno, todos somos
distintos y tenemos diferentes puntos de vista.
Del curso… qué decir… mis compañeros de la
vida, los llamaría, esas personas que compartieron una etapa de mi vida que
compartimos risas, tristezas todas las emociones que existen, esas personas que
aunque un simple “te presto la lapicera” o un “¿cómo estás?” me
sacaba muchas veces de esos problemas personales que estaba viviendo, esos
campeonatos de fútbol o esas juntadas con los chicos van a quedar en mi
corazón.
Terminar la secundaria es un gran paso, pero
lo que voy a extrañar a esos 40 y un poco más, los vagones que todos juntos
hacíamos un gran tren que tuvo muchísimas paradas con errores, con
satisfacciones pero el tren siguió su rumbo y llegó a la última parada donde
cada vagón buscará su rumbo…
Gracias por hacerme pasar una hermosa
experiencia junto a ustedes. Me llevo miles de risas. Los quiero!
Alumno: Juan Zárate
Indeleble estremecimiento
Queridos
lectores/espectadores: quiero que me acompañen en esta larga historia sobre mi
recorrido desde primer año hasta hoy, en sexto año.
Yo ingresé
en el año 2014 con mucho miedo porque era una nueva experiencia, así como
también al no conocer a nadie. Sin embargo, reencontré a dos compañeros de la
escuela primaria llamada Deán Funes. Como casi todo el mundo, pensé que al
terminar la primaria, ya no iba a reencontrarme con ningún compañero, pero así
fue. Lo cual me alegró.
En la clases
me iba muy bien, a excepción de la
materia Tecnología porque no me gustaba, no me gusta hasta hoy en día. Asimismo,
prestaba atención a clases, hacía las tareas y los trabajos, ya sean grupales y/o
individuales. Y como yo era muy tímida, por ende me costaba expresarme, saqué
una hoja de la carpeta para escribir todo lo que sentía con respecto a mis
compañeros-as y, tal vez, mencionar algunos docentes cuando los hacían renegar.
Por tal
razón, un día me cansé de todo eso y le mostré a la preceptora lo que describía
con respecto al curso y les avisó a mis padres de que no estaba muy contenta así
como que no me sentía muy cómoda en el
curso. Aunque cambié un poco porque ya me estaba acostumbrando en la relación a
que mis compañeros y docentes tenían al dar clases.
Ya en
segundo, me costó un poco más tener notas altas (mayor de seis) por problemas
personales con mi familia y solamente relataba en aquellas hojas de la carpeta
mis sentimientos negativos de lo que me sucedía en ese momento. Por otro lado,
más positivo quizás, cumplía mis 15’s e invité a ambos segundos y a dos
compañeros de sexto porque, en ese momento, eran y son mis mejores amigos.
Además, no escribía sobre lo que pasaba alrededor mío, sino sobre cómo me sentía con ese conflicto personal y, si lo
contaba, era una mínima parte.
Con respecto
a las notas, me esforzaba mucho para no llevarme Química y Tecnología, ambas
eran materias que me costaban un montón aprobar al no entender y estudiar
cuando había pruebas. Al año siguiente, seguía contando todo lo que pasaba
pero, en esta ocasión, mezclaba temas personales y el comportamiento de mis
compañeros y cómo se enojaban. Más tarde, comencé a hablar un poco más,
especialmente, con mi mejor amigo Alex que lo quiero un montón porque siempre me
ayudó mucho, e incluso, hasta hoy en día. Con respecto al curso en general, me
pareció algo excesivo de que solo hubiera un curso con muchos alumnos, ya que
los profesores se enojaban mucho porque hablaban demasiado y no dejaban dar
clases.
El ingresar
a cuarto año allá en 2017, nos recibió un nuevo profesor llamado Rubén Formía,
quien nos explicó todo lo que íbamos a ver en Producción en Lenguajes;
Comunicación, Cultura y Sociedad y, finalmente, en Espacio de Opción Institucional, lo cual, me pareció muy
interesante porque era una nueva experiencia aunque me costaba mucho al principio.
Me atrevo a contar que, por primera vez,
le presté mucha atención y realizaba todas las tareas y/o trabajos
prácticos.
No obstante,
continuaba la falta de estudio en las pruebas, hasta recuerdo cuando vimos un
video en donde había personas que trabajaban teniendo diferentes
discapacidades, por ejemplo: una chica estaba en silla de rueda pero bailaba,
un señor que tenía problemas en ambos brazos, ponía el pincel en la boca y
pintaba, entre otros. Por consiguiente, me sorprendió tanto que me hizo reflexionar
porque, al ser discapacitados, podemos llegar a pensar que no sirven para
trabajar, de tal forma que se lleva a cabo una mentalidad de discriminación sin
tomar en cuenta lo capaces que pueden ser al lograr aquello que una persona sin
discapacidad hace. Por ejemplo, en el concierto que fuimos hace dos o tres años
atrás, estaba otro coro y una integrante de ahí era ciega, pero tenía una
maravillosa voz. A lo que me hace reflexionar: no importa si alguien no puede
caminar, ver, que tenga problema en los brazos y no los pueda mover, porque eso
no te impide nada, y que si hacer algo
que te guste y le pones todo tu empeño, no hay nada ni nadie en el mundo que te
pueda imposibilitar lo que deseas.
El año pasado, cuando estaba en quinto, fue el año más espantoso
y estresante de mi vida debido a que, aparte del establecimiento, tenía muchas
actividades y no me alcanzaba el tiempo para alimentarme bien, como también para
comenzar o concluir las tareas y trabajos prácticos. Aún así, prestaba atención
en clases y trataba de estudiar todo el tiempo posible para no llevarme ninguna
materia, agradezco a la vida de haber tenido una tremenda suerte para que no me
llevara materias a coloquios. Sumado a esto, con mis compañeros tuvimos la
decisión de qué color y diseño iba a ser la remera, buzo, campera y jogging de
Educación Física a través de votaciones y de ver imágenes modelos para ya
buscar empresas que nos las haga y en buscar el salón para festejar nuestro
egreso.
Me olvidé mencionar que, desde primer año hasta cuarto,
no he ido a la Fiesta de la Primavera porque no me gusta, pero no digo que esté
mal porque me parece bueno de que se haga algo distinto y no estar todo el
tiempo en los cursos. Cuando estaba en
quinto, sí fui porque te computan las faltas y yo no tenía más.
Al comienzo de estar en sexto, estuvo lindo, volvimos a reencontrarnos
al pasar todo el curso, algunos con materias previas, pero consiguieron seguir,
ingresaron tres alumnos nuevos. En marzo nos entregaron la ropa de la promoción
y a finales de ese mes, hicimos la presentación… Yo lo disfruté ya que, al ser
nuestro último año juntos y que tal vez no nos veamos más, debemos estar unidos
y aceptar nuestras diferencias y opiniones.
Para concluir mi narración, recupero mencionando a
aquellas personas que se han ido o repitieron para agradecerles el haberles conocido;
aunque no nos habláramos o lo hacíamos muy poco, llegaron a ser los mejores
amigos y compañeros y lo serán por siempre. Y, finalmente, agradezco a los
profesores por su paciencia y dedicación al enseñarnos para aprender algo nuevo
que nos servirá en el futuro. Fue una hermosa experiencia inolvidable.
Alumna: Sonia Donadio
LA
PIEZA SOBRANTE
Comienzo otro año lectivo en un nuevo colegio,
nervioso me alzaba la primera mañana, pues mi primera vez sería en intentar
encajar en un curso donde la semejanza con un rompecabezas completo era alta. -¿A
quién le gustan las piezas sobrantes?- esa pequeña pregunta era la que
deambulaba por mi cabeza en el momento de haber estado sentado en el colectivo
viajando rumbo a un destino alto en posibilidades de no ser un placentero
espacio donde pasar mis días.
Así
transcurrieron los días, sentado en una esquina del salón, sólo, sin intención
de caerle bien a nadie, no era a propósito, pues mi miedo por socializar era
tal que me ponía tan rojo como un tomate tras recibir algún pequeño comentario por
parte de mis nuevos compañeros. Por eso mi vergüenza tampoco ayudaba.
Habría transcurrido
ya un mes de mi ingreso a este colegio y seguía sin poder encajar, tampoco
digamos que mis ganas a querer hacerlo me ayudaban, me daba igual, no soy de
los que se preocupan por eso.
En este tiempo
había conocido al “Presidente del Centro Estudiantil”, o Juan Zárate para ser
exactos; él me ayudó a comprender mejor las temáticas escolares a las que me
debía adaptar, recuerdo sus advertencias sobre la mayoría de profesores y
alumnos. Así afiancé mi confianza y amistad con algunos/as alumnos/as.
También me
vienen a la cabeza algunos recuerdos maravillosos sobre las primeras palabras
que le dediqué a una bella mujercita sentada en el pasillo mientras teníamos
hora libre, sin siquiera imaginarme lo importante que sería para mí en un
futuro.
Lento pero
seguro iba conociendo más a mis compañeros y así empezaba a dejar raíces amistosas
en este ambiente tan amistoso.
No fue fácil,
pues los días pasaban y al pasar del tiempo la confianza aumentaba con los
chicos del curso, junto a ellos hice la presentación de la promo, viví una
fiesta de la primavera inolvidable, haré el acto de colación y la cena también.
Todo esto acompañado tanto de amigos, compañeros y profesores que si bien no me
caían bien al principio, ahora me siento muy feliz y agradecido de que estén a
mi lado.
Desde ya
muchas gracias a todos por aceptarme, ayudarme a adecuarme y moldearme a este
curso que, si bien no es el mejor, es un curso que se lleva muchas experiencias
y recuerdos guardados en lo profundo del corazón.
Sé que los
vínculos que se crean en el colegio son irrompibles, también sé que ahora estoy
ansioso por encontrar trabajo, formar mi vida y seguir adelante… pero también
sé que las grandes y hermosas experiencias vividas en el secundario las vamos a
extrañar todos por igual.
Gracias y les
deseo la mejor de las suertes.
Alumno:
Miguel Piñero
LA DESPEDIDA
Hace seis años (con muchos temores bajo el brazo) llegué
por primera vez a la escuela secundaria. Han sido seis años de esfuerzo y
dedicación; también fueron seis años de recompensas y satisfacciones, de
amistades y recuerdos que permanecerán para siempre en mi corazón.
Ahora comienza una nueva carrera, la más difícil, pero me
llevo las mejores enseñanzas tanto de mis profesores, directivos y compañeros
de curso que -con su inmensa paciencia- me han ayudado y entendido cuando lo he
necesitado.
Pero, como en todo establecimiento, en todo curso, la
convivencia nunca es todo color de rosas: no tuve el mejor curso, hemos tenido
diferencias, días malos, roces y demás, los cuales supimos y pudimos solucionar
como también dejarlos de lado.
De
mis compañeros me llevo los mejores momentos, en los que nos divertimos todos
en conjunto tanto como la presentación de ”La Promo”, las salidas que
hemos tenido, excursiones y demás.
Durante
mi pasantía por la escuela perdí como gané amistades, compañeros se fueron
quedando en el camino; algunos que otros tomaron otro rumbo. Tuve muchos
momentos buenos como malos, reí como también lloré.
Con
mucha tristeza, pero también con alegría y entusiasmo de empezar un nuevo
desafío en mi vida, me despido de la institución.
Autora: Melisa Belén Farías
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