26 noviembre 2019

"Promo 2019" (2)



EL TREN LLEGÓ A SU ÚLTIMA PARADA
El día 10 de marzo del 2014 entraba a la secundaria y si les digo que no tenía miedo, miento: estaba ansioso y nervioso al ver cómo iba cambiando y de pasar a ser el más grande pasé a ser el más chico. Miedos e inseguridades se hacían más latentes, y cómo olvidar la primera clase que tuve, encima de matemática con la profesora Talquenca.
Así fueron pasando los años y veía cómo pasaban las otras promociones y me acuerdo que decía “espero algún día llegar allí” y acá estoy terminando la secundaria. Eso que tanto deseé y mi familia que tanto me apoyó y  a pesar de todos los problemas que tuve decidí darlo todo y regalar eso que mi mamá tanto me dio: devolvérselo terminando la secundaria, terminando con muchos logros personales y sobre todo grupales que a mi parecer es lo más importante.
El colegio Juan Martín de Pueyrredón… el lugar que más amé y trabajé; obviamente  tendrá sus cosas buenas o malas, pero yo cuando más lo necesité: donde mi casa era un calvario, el colegio era mi escapatoria, esa segunda casa a donde los problemas que  estaba viviendo se iban por unas horas, a través de risas con mis compañeros y charlas con los profes.
La relación que establecí con profesores y directivos a lo largo de estos seis años fue bastante positiva debido a que me sentí acompañado recibiendo consejos y enseñándome cosas que en otro lado no lo voy a encontrar. El secundario para a mí fue un abanico de aprendizajes y cambios que lo viví con mis compañeros. Actualmente, no sé si mi relación con los directivos y algunos profesores es la mejor pero, bueno, todos somos distintos y tenemos diferentes puntos de vista.
Del curso… qué decir… mis compañeros de la vida, los llamaría, esas personas que compartieron una etapa de mi vida que compartimos risas, tristezas todas las emociones que existen, esas personas que aunque un simple “te presto la lapicera” o un “¿cómo estás?” me sacaba muchas veces de esos problemas personales que estaba viviendo, esos campeonatos de fútbol o esas juntadas con los chicos van a quedar en mi corazón.
Terminar la secundaria es un gran paso, pero lo que voy a extrañar a esos 40 y un poco más, los vagones que todos juntos hacíamos un gran tren que tuvo muchísimas paradas con errores, con satisfacciones pero el tren siguió su rumbo y llegó a la última parada donde cada vagón buscará su rumbo…
Gracias por hacerme pasar una hermosa experiencia junto a ustedes. Me llevo miles de risas. Los quiero!
Alumno: Juan Zárate

Indeleble estremecimiento

Queridos lectores/espectadores: quiero que me acompañen en esta larga historia sobre mi recorrido desde primer año hasta hoy, en sexto año.
Yo ingresé en el año 2014 con mucho miedo porque era una nueva experiencia, así como también al no conocer a nadie. Sin embargo, reencontré a dos compañeros de la escuela primaria llamada Deán Funes. Como casi todo el mundo, pensé que al terminar la primaria, ya no iba a reencontrarme con ningún compañero, pero así fue. Lo cual me alegró.
En la clases me iba muy bien, a excepción  de la materia Tecnología porque no me gustaba, no me gusta hasta hoy en día. Asimismo, prestaba atención a clases, hacía las tareas y los trabajos, ya sean grupales y/o individuales. Y como yo era muy tímida, por ende me costaba expresarme, saqué una hoja de la carpeta para escribir todo lo que sentía con respecto a mis compañeros-as y, tal vez, mencionar algunos docentes cuando los hacían renegar.
Por tal razón, un día me cansé de todo eso y le mostré a la preceptora lo que describía con respecto al curso y les avisó a mis padres de que no estaba muy contenta así como que no me sentía  muy cómoda en el curso. Aunque cambié un poco porque ya me estaba acostumbrando en la relación a que mis compañeros y docentes tenían al dar clases.

Ya en segundo, me costó un poco más tener notas altas (mayor de seis) por problemas personales con mi familia y solamente relataba en aquellas hojas de la carpeta mis sentimientos negativos de lo que me sucedía en ese momento. Por otro lado, más positivo quizás, cumplía mis 15’s e invité a ambos segundos y a dos compañeros de sexto porque, en ese momento, eran y son mis mejores amigos. Además, no escribía sobre lo que pasaba alrededor mío, sino sobre cómo me  sentía con ese conflicto personal y, si lo contaba, era una mínima parte.
Con respecto a las notas, me esforzaba mucho para no llevarme Química y Tecnología, ambas eran materias que me costaban un montón aprobar al no entender y estudiar cuando había pruebas. Al año siguiente, seguía contando todo lo que pasaba pero, en esta ocasión, mezclaba temas personales y el comportamiento de mis compañeros y cómo se enojaban. Más tarde, comencé a hablar un poco más, especialmente, con mi mejor amigo Alex que lo quiero un montón porque siempre me ayudó mucho, e incluso, hasta hoy en día. Con respecto al curso en general, me pareció algo excesivo de que solo hubiera un curso con muchos alumnos, ya que los profesores se enojaban mucho porque hablaban demasiado y no dejaban dar clases.
El ingresar a cuarto año allá en 2017, nos recibió un nuevo profesor llamado Rubén Formía, quien nos explicó todo lo que íbamos a ver en Producción en Lenguajes; Comunicación, Cultura y Sociedad y, finalmente, en Espacio de Opción  Institucional, lo cual, me pareció muy interesante porque era una nueva experiencia aunque me costaba mucho al principio. Me atrevo a  contar que, por primera vez, le presté mucha atención y  realizaba todas las tareas y/o trabajos prácticos.
No obstante, continuaba la falta de estudio en las pruebas, hasta recuerdo cuando vimos un video en donde había personas que trabajaban teniendo diferentes discapacidades, por ejemplo: una chica estaba en silla de rueda pero bailaba, un señor que tenía problemas en ambos brazos, ponía el pincel en la boca y pintaba, entre otros. Por consiguiente, me sorprendió tanto que me hizo reflexionar porque, al ser discapacitados, podemos llegar a pensar que no sirven para trabajar, de tal forma que se lleva a cabo una mentalidad de discriminación sin tomar en cuenta lo capaces que pueden ser al lograr aquello que una persona sin discapacidad hace. Por ejemplo, en el concierto que fuimos hace dos o tres años atrás, estaba otro coro y una integrante de ahí era ciega, pero tenía una maravillosa voz. A lo que me hace reflexionar: no importa si alguien no puede caminar, ver, que tenga problema en los brazos y no los pueda mover, porque eso no te impide nada, y que si  hacer algo que te guste y le pones todo tu empeño, no hay nada ni nadie en el mundo que te pueda imposibilitar lo que deseas.
El año pasado, cuando estaba en quinto, fue el año más espantoso y estresante de mi vida debido a que, aparte del establecimiento, tenía muchas actividades y no me alcanzaba el tiempo para alimentarme bien, como también para comenzar o concluir las tareas y trabajos prácticos. Aún así, prestaba atención en clases y trataba de estudiar todo el tiempo posible para no llevarme ninguna materia, agradezco a la vida de haber tenido una tremenda suerte para que no me llevara materias a coloquios. Sumado a esto, con mis compañeros tuvimos la decisión de qué color y diseño iba a ser la remera, buzo, campera y jogging de Educación Física a través de votaciones y de ver imágenes modelos para ya buscar empresas que nos las haga y en buscar el salón para festejar nuestro egreso.
Me olvidé mencionar que, desde primer año hasta cuarto, no he ido a la Fiesta de la Primavera porque no me gusta, pero no digo que esté mal porque me parece bueno de que se haga algo distinto y no estar todo el tiempo en los  cursos. Cuando estaba en quinto, sí fui porque te computan las faltas y yo no tenía más.
Al comienzo de estar en sexto, estuvo lindo, volvimos a reencontrarnos al pasar todo el curso, algunos con materias previas, pero consiguieron seguir, ingresaron tres alumnos nuevos. En marzo nos entregaron la ropa de la promoción y a finales de ese mes, hicimos la presentación… Yo lo disfruté ya que, al ser nuestro último año juntos y que tal vez no nos veamos más, debemos estar unidos y aceptar nuestras diferencias y opiniones.
Para concluir mi narración, recupero mencionando a aquellas personas que se han ido o repitieron para agradecerles el haberles conocido; aunque no nos habláramos o lo hacíamos muy poco, llegaron a ser los mejores amigos y compañeros y lo serán por siempre. Y, finalmente, agradezco a los profesores por su paciencia y dedicación al enseñarnos para aprender algo nuevo que nos servirá en el futuro. Fue una hermosa experiencia inolvidable.

Alumna: Sonia Donadio



LA PIEZA SOBRANTE
  Comienzo otro año lectivo en un nuevo colegio, nervioso me alzaba la primera mañana, pues mi primera vez sería en intentar encajar en un curso donde la semejanza con un rompecabezas completo era alta. -¿A quién le gustan las piezas sobrantes?- esa pequeña pregunta era la que deambulaba por mi cabeza en el momento de haber estado sentado en el colectivo viajando rumbo a un destino alto en posibilidades de no ser un placentero espacio donde pasar mis días.
  Así transcurrieron los días, sentado en una esquina del salón, sólo, sin intención de caerle bien a nadie, no era a propósito, pues mi miedo por socializar era tal que me ponía tan rojo como un tomate tras recibir algún pequeño comentario por parte de mis nuevos compañeros. Por eso mi vergüenza tampoco ayudaba.
  Habría transcurrido ya un mes de mi ingreso a este colegio y seguía sin poder encajar, tampoco digamos que mis ganas a querer hacerlo me ayudaban, me daba igual, no soy de los que se preocupan por eso.

  En este tiempo había conocido al “Presidente del Centro Estudiantil”, o Juan Zárate para ser exactos; él me ayudó a comprender mejor las temáticas escolares a las que me debía adaptar, recuerdo sus advertencias sobre la mayoría de profesores y alumnos. Así afiancé mi confianza y amistad con algunos/as alumnos/as.
  También me vienen a la cabeza algunos recuerdos maravillosos sobre las primeras palabras que le dediqué a una bella mujercita sentada en el pasillo mientras teníamos hora libre, sin siquiera imaginarme lo importante que sería para mí en un futuro.
  Lento pero seguro iba conociendo más a mis compañeros y así empezaba a dejar raíces amistosas en este ambiente tan amistoso.
  No fue fácil, pues los días pasaban y al pasar del tiempo la confianza aumentaba con los chicos del curso, junto a ellos hice la presentación de la promo, viví una fiesta de la primavera inolvidable, haré el acto de colación y la cena también. Todo esto acompañado tanto de amigos, compañeros y profesores que si bien no me caían bien al principio, ahora me siento muy feliz y agradecido de que estén a mi lado.
  Desde ya muchas gracias a todos por aceptarme, ayudarme a adecuarme y moldearme a este curso que, si bien no es el mejor, es un curso que se lleva muchas experiencias y recuerdos guardados en lo profundo del corazón.
  Sé que los vínculos que se crean en el colegio son irrompibles, también sé que ahora estoy ansioso por encontrar trabajo, formar mi vida y seguir adelante… pero también sé que las grandes y hermosas experiencias vividas en el secundario las vamos a extrañar todos por igual.
  Gracias y les deseo la mejor de las suertes.
Alumno: Miguel Piñero




LA DESPEDIDA
Hace seis años (con muchos temores bajo el brazo) llegué por primera vez a la escuela secundaria. Han sido seis años de esfuerzo y dedicación; también fueron seis años de recompensas y satisfacciones, de amistades y recuerdos que permanecerán para siempre en mi corazón.
Ahora comienza una nueva carrera, la más difícil, pero me llevo las mejores enseñanzas tanto de mis profesores, directivos y compañeros de curso que -con su inmensa paciencia- me han ayudado y entendido cuando lo he necesitado.
Pero, como en todo establecimiento, en todo curso, la convivencia nunca es todo color de rosas: no tuve el mejor curso, hemos tenido diferencias, días malos, roces y demás, los cuales supimos y pudimos solucionar como también dejarlos de lado.
De mis compañeros me llevo los mejores momentos, en los que nos divertimos todos en conjunto tanto como la presentación de ”La Promo”, las salidas que hemos tenido, excursiones y demás.
Durante mi pasantía por la escuela perdí como gané amistades, compañeros se fueron quedando en el camino; algunos que otros tomaron otro rumbo. Tuve muchos momentos buenos como malos, reí como también lloré.
Con mucha tristeza, pero también con alegría y entusiasmo de empezar un nuevo desafío en mi vida, me despido de la institución.

Autora: Melisa Belén Farías


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